POLÉMICA CAMUS-SARTRE

    En 1951 Camus publicó El hombre rebelde donde condena explícitamente el leninismo-estalinismo y denuncia enfáticamente la violencia desenfrenada como un medio de liberación humana. Con este libro, se convierte en un defensor abierto de la libertad individual y un crítico apasionado de la tiranía y el terrorismo, desafiando toda forma de totalitarismo, así como los postulados izquierdistas convencionales sobre la violencia revolucionaria.

    En el año 2014, la prensa española (e internacional) se hará eco de una carta, publicada en 1951 (entre marzo y abril, según los expertos) en la que queda evidenciada una excelente relación entre Albert Camus y Jean Paul Sartre. La carta empieza con «Mon cher Sartre» y termina con «Je vous serre la main». Camus le recomienda a Sartre la actriz «Aminda Valls, amiga de María (Casares , célebre actriz , que fuera amante de Camus) y mía, republicana española, que es una maravilla de humanidad». Tan solo unos meses después se publicará El hombre rebelde, abriéndose una polémica entre ambos intelectuales.

    La obra no cayó nada bien en el periódico dirigido por Jean Paul Sartre Les temps Modernes. El amigo de Sartre, Francis Jeanson, publicó un artículo extenso y crítico sobre esta obra, reprochándole a Albert Camus que reduzca su rebeldía únicamente al plano estético. Camus contestó a Sartre, sin referencia alguna al autor real del artículo: “Empiezo a estar cansado de ver cómo yo, y sobre todo antiguos militantes que nunca eludieron la responsabilidad en los problemas de su tiempo, reciben clases de eficacia de censores que nunca colocaron más que su sillón en el sentido de la historia”. Todo el alboroto se produjo, básicamente, porque Camus le reprochaba a Sartre que no denunciara los campos de trabajo forzado que funcionaban en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

    Jean Paul Sartre desmenuzó el escrito de Albert Camus: «Me llama usted director, cuando todo el mundo sabe que nos une una amistad de diez años y se dirige a mí, con el evidente propósito de refutar a Francis Jeanson; éste es ya un procedimiento de mala fe… Escribe tranquilamente su artículo, refiriéndose a mí, como si yo fuera el autor…Pero yo me pregunto, Camus, ¿Quién es usted para imponer semejantes distancias?”. Y finalmente remata: “porque, en resumidas cuentas, ¿a qué viene semejante alboroto? A Francis Jeanson no le gustó su libro, lo dijo, y usted se disgustó» En realidad, Camus sitúa a Sartre con un hábil empleo del plural, colocando a Sartre en dos incómodos lugares: como un criminal que está de acuerdo con “los campos” y como aquel que encarga los trabajos sucios a otros (en este caso criticarlo a él a través de la pluma de otro). A partir de ahí, empezará una correspondencia de múltiples cartas entre ambos.

    Jean Paul Sartre no veía bien que Albert Camus le exigiera poner los campos de concentración sobre el tapete. Es más, en el periódico Les Temps Modernes planteó el asunto y tomó partido en su momento. Y escribe: “La existencia de esos campos puede producirnos indignación, puede causarnos horror, hasta es posible que nos obsesione, pero ¿por qué habría de ponernos en un aprieto? ¿He retrocedido yo alguna vez cuando se trató de decir lo que pensaba de la actitud comunista?”. Escribe finalmente Sartre: “Sí, Camus: convengo con usted en que esos campos son inadmisibles; pero también me parece inadmisible el uso que hace de ellos diariamente la llamada prensa burguesa”. En realidad, Sartre acusó a Camus de haber utilizado el sufrimiento que padecen quienes fueron a parar a esos campos para aplastar a un crítico que jamás aplaudió este hecho, cuestión que le pareció inadmisible. Pero ese hecho no hizo recular la tesis de Sartre: “Mi posición personal es muy distinta –refuta–, pienso que el único modo de auxiliar a los esclavos de allá es tomar partido por los de aquí”.

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