SENTIDO DE LA VIDA EN CAMUS

La pregunta por el sentido de la vida es quizás una de las preguntas más profundas que se ha hecho el hombre a lo largo de la historia. Heidegger decía que el ser humano es el ser capaz de interrogarse por el sentido del ser o de su existencia. Todas estas cuestiones apuntan al propósito de vivir: ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Para qué vivir ¿Cuál es mi propósito en la vida? Según los existencialistas, es en las situaciones más críticas y dolorosas cuando suelen aflorar con facilidad este tipo de cuestiones. Las crisis existenciales o situaciones angustiosas, propician esta misma curiosidad y a la vez, la búsqueda de una respuesta.

La primera respuesta considera que la vida tiene un sentido trascendente. Según esta posición, el sentido de la vida se encuentra fuera de nosotros y es defendida por un gran grupo de filósofos: Platón, Santo Tomás, San Agustín, Kant, el personalismo cristiano y las religiones reveladas. En este grupo tiene también cabida la posición de Víctor Frankl en su obra El hombre en busca de sentido.

La segunda respuesta considera que la vida tiene un sentido inminente. O sea, el sentido de la vida se encuentra en el mismo ser humano. La filosofía helenística es muy importante en el sentido de que realiza un cambio del sujeto social al individuo: el epicureísmo, el estoicismo, el escepticismo, el cinismo, así como el existencialismo de algunos filósofos como Jean Paul Sartre o Simone de Beauvoir.

Finalmente nos encontramos con la posición absurdista que niega el sentido de la vida. El filósofo Albert Camus, dedicará una parte significativa de su obra a explicar que la vida, en sí misma, no tiene sentido y es absurda. Lo hará en su obra de ensayo Le mythe de Sísyphe, su novela L’étranger y su obra de teatro Calligule. La condena de Sísifo a subir la piedra hasta la cima de la montaña es una metáfora del absurdo más cotidiano; el obrero que se levanta, trabaja, come, vuelve al trabajo, cena y duerme… En l’Étranger Mersault es un extraño en este mundo y presenciamos una condena absurda que juzga su humanidad y su actitud olvidando el suceso del tiroteo ocurrido en la playa. En Calligule, una puesta en práctica del absurdo por parte de Cayo Lulio Cesar para con la ciudadanía y sus gobernantes que le llevará a cavar su propia muerte.

En El mito de Sísifo, Camus nos ofrece una reflexión profunda sobre el suicidio considerando que es el único problema filosófico realmente importante. Esto lo justifica afirmando que no ha visto morir a nadie por culpa del argumento ontológico pero sí por no encontrarle a la vida ningún sentido. Pero el suicidio no es una solución porque tan sólo elimina una parte de la ecuación y no resuelve el problema.

Sin embargo, Albert Camus diferencia entre el «sentido de la vida» y el «valor de la vida» No hay que olvidar que Camus se imagina a Sísifo feliz: aceptando el absurdo pero dándole valor a la vida. También considera que el cuerpo es anterior a la consciencia e inexorablemente nos corresponde vivir. Necesitamos dar más valor a la «vida» en sí misma. El pensamiento de Camus evoluciona hacia una solución al absurdo en el Hombre rebelde y La peste. La idea es atractiva: hay que aceptar el absurdo con cierta rebeldía. La honestidad del doctor Rieux será clave en este proceso: algo así como que cada cual haga lo que sabe hacer: a la peste no se la combate con heroismo sino con  honestidad.

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