LEY DEL HIELO

A veces ocurre, que después de una discusión o problema con alguien, hay quien opta por romper radicalmente la comunicación. Se da en todo tipo de relaciones: pareja, amigos, padres e hijos, familiares, etc. Implica la existencia de un conflicto previo. Sin embargo, en algunas ocasiones, la víctima de este tipo de conductas ignora dicho conflicto, precisamente porque el otro no se lo ha expresado abiertamente.

Antiguamente, cuando vivíamos en cuevas, la pertenencia a un grupo era símbolo de supervivencia. Cuando se expulsaba a alguien de ese grupo, en ocasiones, esa persona fallecía. Nuestro cerebro sigue alertándonos que no caigamos en ese rechazo grupal. A fin de cuentas, vivimos en un mundo moderno con un cerebro antiguo.

La ley del hielo, en realidad es un maltrato psicológico encubierto. Un acto que genera duda, incertidumbre y dolor. En ocasiones, provoca sufrimiento en la persona que lo recibe porque se le niega la capacidad de expresarse. Y la persona que la aplica, no suele obtener una reacción positiva en su receptor. Justo lo contrario: un distanciamiento por desconfianza e incomprensión. Una manera de lapidar una relación.

Quien es ignorado, eventualmente se sumerge en sentimientos de tristeza que a veces se convierten en depresión. También siente ira, miedo y culpa. Ignorar a una persona es una forma de señalarla con el dedo, de acusarla, pero de manera implícita. Eso es precisamente lo que convierte este mecanismo en una forma enfermiza de afrontar un conflicto.

Si sabes de alguien que sufre por este motivo, comunícalo de inmediato. A tu familia, a tus profes, tus amigos… Ver como alguien sufre y pasarlo por alto denota poca sensibilidad ética. Es evidente que uno decide con quien quiere hablar, pero cortar la comunicación con un ser querido, sin dar la cara, eso no está bien.

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