PIDA PERDÓN, AYUSO

El filósofo griego Aristóteles definió al hombre como «animal político» (zoon politikón) A diferencia del resto de animales, el ser humano vive en sociedades organizadas políticamente, en cuyos asuntos públicos participa con el objetivo de lograr el bien común: la felicidad de los ciudadanos.

En realidad, somos tan débiles instintivamente que, sin contacto social, nos extinguiríamos. Sin embargo, tenemos la capacidad de hablar, pensar y reflexionar. Gracias a ello, creamos valores y participamos en los asuntos públicos a través de nuestros representantes políticos. La democracia representativa parlamentaria va de hablar y escuchar, razonar y argumentar…

Recientemente, los medios han hablado mucho sobre el caso de Tomás Dìaz Ayuso. Diferentes fuentes coinciden en que el hermano de la presidenta de la comunidad de Madrid, cobró 283.000 euros por la venta de mascarillas a través de la empresa Sportive Priviet. Me genera impotencia que no podamos frenar tanta corrupción: Don Fabrizio, Bárcenas y ahora: Il fratello… Créanme, que si el fin justificara los medios, si la sociedad (sobretodo los más débiles) se benefiara cada vez que se lucran políticos y familiares, quizás me pondría un puntito en la boca.

Me sorprende mucho que no sepamos cuidar nuestro modelo de Estado. La palabra tiene un gran valor en nuestro sistema democrático, pero hay representantes políticos que desvirtúan su uso y la utilizan como arma para aniquilar al adversario y obtener votos. Según mi punto de vista, la presidenta de la Comunidad de Madrid, la señora Isabel Díaz Ayuso, abusa demasiado de las falacias y se toma el parlamento como un espectáculo.

Cabe recordar que los sofistas, fueron filósofos maestros especializados en el arte del engaño. Para convencer, enseñaban retórica y erística. Además, estudiaban todas las falacias: razonamientos incorrectos disfrazados de correctos. Estos demócratas, supieron ver que la palabra era muy influyente en las decisiones y acuerdos políticos. También es verdad que abusaron de las estrategias y llegaron a ser considerados «hábiles engañadores» y «prostitutos de la verdad» Comparto el convencionalismo político de los sofistas: lo justo es, a fin de cuentas, lo que decidimos que es justo… Pero tanto la corrupción, como una retórica sin escrúpulos, ahogan la posibilidad de que la política sea un bien preciado.

Sin ir más lejos, el otro día, la señora Mónica García, preguntó por el caso de las mascarillas. La presidenta de Madrid respondió haciendo uso de la falacia de distracción emocional: llamándola comunista y recalcando las propiedades que esta tiene en Madrid. Yo no veo problema alguno en que alguien de izquierdas o incluso «comunista» (no es el caso) pueda tener inmuebles y dinero. En realidad, es el reparto de la riqueza lo que debería diferenciar a la derecha de la izquierda. Que quieren que les diga, me entristece pensar que alguien pueda gobernar y obtener votos con estas artimañas. Pero ya sabemos como funciona esta cultura de la postverdad: manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales.

La señora Ayuso, abusa también de la falacia ad hominem. Me parecen fuera de lugar, la cantidad de insultos que la presidenta de la comunidad de Madrid, le propinó a la señora Mónica García en sede parlamentaria: «Desesperada, cara mustia, cara de asquillo…» Totalmente inaceptables, son las palabras que el otro día le dedicó la presidenta a la portavoz de Más Madrid: «Usted viene al congreso a hacer terapia porque en casa no la aguantan…» La cosa es de manual de psicología: Un bullying político e institucional en toda regla. Pero insisto, aunque sea triste, los asesores lo tienen muy estudiado: es así como se refuerza y reafirma la creencia de los votantes. Es inadmisible que alguien se atreva a hablar tan a la ligera de la salud mental. La enfermedad mental y el suicidio son dos grandes problemas en nuestro país. En esta ocasión y a través de la falacia ad hominem, además de insultar a la inteligencia humana, también perjudica a todos los que alguna vez hemos necesitado acudir a terapia.

Frente a cualquier situación incómoda, un insulto o un desvío de atención. También el falso dilema es una estrategia muy recurrente en la señora Ayuso: «Comunismo o libertad» Esta última la ha utilizado en momentos de campaña política: O eres comunista o defiendes la libertad… La presidenta hace uso de más versiones: «socialismo o libertad» «dictadura o libertad» Claro está, para ella es siempre es de izquierdas….

Señora Ayuso, llegados a este punto permítame algún consejo. En múltiples ocasiones ha confesado ser cristiana, católica y practicante. Compartirá conmigo que el perdón es quizás el valor más potente que hemos heredado de la tradición cristiana para la vida en comunidad. Pida perdón por sus insultos en sede parlamentaria. Pida perdón a tantísima gente que acude a terapia y sufre algún problema de salud mental. No se olvide que todo político se debe a su pueblo. Y cuando los que mandan, pierden la vergüenza, se corre el riesgo que los que obedecen pierdan su respeto. En sus manos está, pedir perdón. Por encima de todos somos personas. ¡Yo lo haría!

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